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Mostrando las entradas de febrero, 2006
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Hace ya un mes que soy una luz amarilla en tu vida, soy ambigua, mi significado depende de tu ánimo y de la direccion que lleves. Soy la luz amarilla ante la que no sabes si detenerte o acelerar... espero que lo nuestro no termine en gritos y ambulancias. Ya te dije que siempre me he pensado como un accidente al que todo mundo se quiere asomar.
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Y lo que dejaste al salir de mí fueron orquídeas en el arbol... ¿te acuerdas que creíamos que no florecerían?... sólo faltaba que te fueras.

Breve incursión en el mundo del adulto contemporáneo

¿Que qué me trajeron los reyes? la actitud de adulto contemporáneo, pero no me duró mucho el gusto. Al salir de una divertida y gratificante junta de trabajo, Copp y yo pasamos por Enio y fuimos a un lugar muy condechi -del lado de Amsterdam, auténtica condechi, según los que saben- pedimos la bebida de la casa, que no era sino un martini con más pose que la del martini común y nos colocamos a lado del altar de Malverde. Al mirarnos, Coppelia y yo, caimos en cuenta de que no éramos sino un par de adultos contemporáneos disfrazadas de oficinistas con copas muy chic en la mano; lo celebramos con un ¡chin chin! y seguimos escuchando música de los ochentas y disfrutando de los empujones al estilo "Pino Suárez hora pico" sólo que con "gente bien" -perfumadita y vestidita para que la multitud no les causara una sensación muy de metro- Después de algunos minutos -bastantes, a decir verdad- estaba por terminar mi primer y único trago de la noche, cuando un mareo me hizo ped

Placeres culpables

Poco ha que me encontré en una situación que sé será compartida con infinidad de gente que se niega a reconocer un placer por estar éste mezclado con algún otro sentimiento no tan grato. Este fin de año pasó en mi vida dejando un buen saldo de discos nuevos, que poco a poco iré integrando al soundtrack de mi vida; sin embargo un de ellos vino más bien a colocarme de nuevo en otra escena, una de las que siempre he querido editar: aquel sillón naranja, junto a una ventana que daba a un jardín enorme en compañía de la sombra más densa de mi vida. Se trata de una sensación de placer culpable, porque hay algo en esa canción que movió todo en mí, no obstante, esta sensación es de aquellas que me empeño en negarme a mí misma por todas las implicaciones que tiene, por regresarme a un pasado que no me hace feliz, con el cual no me siento cómoda, pero que jamás voy a dejar ir del todo. Es una extraña mezcla de ganas de que dejarme llevar hasta ese lugar y al mismo tiempo decir "no soy eso y

pedazos de hermosura

Ayer escuché una frase que me llevó a mil cosas mas: "es una casa preciosa porque se está cayendo a pedazos" Creo que mi vida debe ser preciosa también, si es que caerse a pedazos constituye la esencia de la belleza... yo siempre lo he dicho: soy hermosa. Desde hace unos años me he esforzado por no caerme a pedazos, de haberlo sabido! Hoy llega a mí, contundente y claro como la muerte : el haber dejado que el eje de mi vida se doblara, se hiciera endeble, se fragmentara y sus partes se sobrepusieran, pasando de eje a cruz. La catedral de nuestras manos que apenas se tocaban, se derrumba en un revoloteo de escombros-mariposas que no terminan de ensuciar el mundo, pero que lo impregnan del aroma a ausencia y abismo que guardabas en tu cuello. Me vuelves hermosa mientras me vas dejando, mi cuerpo se cae a pedazos, toda yo estoy vuelta incertidumbre, derrumbes; recuerdos que se borran dejando muros agrietados y puertas semiabiertas en nuestra historia. Mi cuerpo es perfecto ahora

Guillermo Sheridan y el francés

Yo dije que el día que estudiara francés se acabaría el mundo, idioma más feo, clichoso y sobrevalorado en fin, la necesidad académica me puso en un alua de francés y con el tiempo aprendía a quererlo y a gustar de él. Hoy me encontré con la opinión de Guillermo Sheridan sobre ese idioma: El imposible francés: la forma conjugada del verbo crear parece una broma, créée (creada). El francés no se pronuncia, se modula. Pocas cosas tan conmovedoras como ver a un francés en el trance de recorrer todas esas eee, vigilado por la academia, esmerándose en pronunciar correctamente cada una, con los visajes y gestos que supone hacer las insignificantes variaciones fonéticas de las que depende que alguien sea singular o plural, masculino o femenino, presente o pasado. Y para el caso, el francés no se escribe: se esculpe. Los acentos, graves, agudos y circunflejos, revoloteando al rededor de las palabras, son como las esquirlas que restan luego que son esculpidas en la página. El francés siempre es

Borgiana

"Cualuier encuentro casual, era una cita" (Borges)... pero las cosas nunca son como debieran, y creo que en ello radica la intensidad y la sal de la vida, en saber sortear el caos y atravesarlo, embriagándonos de él (gracias flaco, por la lección de vida). Quiero comenzar diciendo que me declaro completa y absolutamente borgiana en el sentido de que me defino como lectora más que como escritora, guardando las abismales proporciones, aquello que de mi pluma sale es mero incidente y como tal debe ser tomado. Mi verdadera esencia está en lo que recibo y, en la medida de lo posible, procuro aportar aquello que resulta de la asimilación de lo que aprendo y aprehendo. Como actualemente me encuentro en medio de tres investigaciones de las cuales no quiero adelantar nada para conservar el misterio, sólo dejaré las dos huellas que más profundo se han quedado en mí, en los últimos días. Hoy soy emisaria de otras voces: Primero una voz que se me ha manifestado sobre el tema del enamoram