Semana hereje

Empecé los días santos haciendo una aseveración que ni me imaginaba lo que me iba a costar:

Me choca la gente que dice que no es católica así nomás porque no cree en
Dios; yo no creo en Dios pero soy católica, si no, nomás ve? mi calendario
se rige totalmente por el calendario católico.

Y claro, me refería a que éstas se llaman vacaciones de Semana Santa y no de primavera y a que en navidad mi familia se reúne aunque ya ni se acuerden de quién es el cumpleaños, o a que el domingo no trabajo porque es el día que el Señor descansó... a esas cosas, a que por más que uno no le entre a esas veneraciones, culturalmente estamos regidos por esos tiempos, esos y los cívicos, que al final vienen siendo otra suerte de idolatría.

Total que eso fue un jueves santo en la mañana cuando salía del cine y me disponía ir al super por viandas para mis que iban a venir a jugar wii... Nos reunimos, compartimos el pan y el vino, hablamos de cosas importantes y trascendentes. Hubo un beso de Judas y de ahí la caída, la propia entrega a los demonios más crueles y antiguos de mi ser, se salieron todos, me hicieron presa de mí misma, de mis errores, de mis desatinos y mis dudas... así acabó la noche: yo aprisionada por todo lo que en mi vida he ido dejando pendiente, así siguió el viernes entre los tormentos de lo que se revelaba en mi cabeza, de las voces que ignoré, de los rostros que dejé esconderse ahí, de toda la podredumbre que puede uno guardar en años de hacerse el ciego.
Entrada la tarde la incertidumbre anquilosó cuerpo y mente, se acabó Mar... se acabó al menos esa Mar.
Es sábado y he descendido a mis infiernos, sigo en la jodida introspección, sigo hablando con mis muertos, sigo tratando de encontrar la forma de regresar a mí, siendo yo, pero otra...