Así se va el lunes...
El estómago hecho un nudo ante la imposibilidad, ante el silencio impuesto. La carne contraída, los ojos que no miran, se quedan inertes, las manos que no atinan a decir nada, la voz que se corta, el pie que no quiere signar la huella, el titubeo se niega a convertirse en paso. El más brutal de los abandonos, la ausencia del cobijo fraterno, el mutismo de la voz maternal, la dubitativa ausencia presente de la penumbra paterna. Duele-tila-duele-tila-duele-tila-duele-tila-duele-tila... en un ejercicio de drogadicción velada de naturismo, tila-tila-tila-tila. No sentir, anestesiar el lunes.