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Encarnar la revolución de los afectos

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 Sucede que mientras hablo con las compañeras que más admiro, con frecuencia me encuentro con una misma historia: hay un hito, el de un amor lobo con piel de aliado. Hombres "reflexivos", "solidarios", "en deconstrucción" que no nos explican el mundo, pero nos dan su categórico punto de vista, no nos miran desde la superioridad intelectual, sino desde la "compasión cognitiva", y más aún, nos cuentan cómo es el amor revolucionario, ese que, curiosamente, les reporta más beneficio a ellos.  Y no me entiendan mal, seguramente lo hacen desde lo que, en su imaginación es un lugar paritario, compañero y revolucionario. Sin embargo, cuando una decide decir "esto no es para mí" cuestionan nuestro propio proceso crítico y de deconstrucción. Al manifestar un deseo distinto al suyo, pasamos de personaje secundario de su narrativa a francas antagonistas.  Resulta complicado conseguir la claridad y la fuerza para salir de tal enredo arácnido. Hay en

Hay un momento

 Hay algo en las papilas, las pupilas y el tímpano... hay algo en los poros... hay mucho en la propiocepción. Y es que no se trata de afinidades o de coincidencias, es en la forma de experienciar el mundo, de existir y desplazarse en él, en la manera de respirarlo y exhalarlo una vez pasado por la emoción. Es ahí donde los encuentros fundamentales suceden y se anidan.  No se trata de asistir juntxs y disfrutar cada uno desde su materialidad y su cognición del instante. Va mucho más allá, es un diálogo a través de la existencia, es un devorar ese aquí y ahora en comunión, más allá de los cuerpos, habitándolos y trascendiéndolos en el compás sistodiastólico que va del tú y del yo al nostrxs.

Elijo

 Elijo permanecer un rato más en la cama... estoy eligiendo hacerla esperar (pero no soy capaz de verlo). Elijo hablar sobre mí cuando se trata de su escena... estoy eligiendo hacerla invisible (pero es que yo dejé de verla hace tiempo). Elijo quedarme un poco más en este espacio... estoy eligiendo hacerla esperar en la noche, frente a las luces que la lastiman (pero yo habito mi propia oscuridad, así que no existe para mí ninguna otra imagen que sea capaz de imaginar siquiera). Elijo posponer la decisión que hemos de tomar en conjunto hasta tener claridad en todos los otros aspectos de mi vida... estoy eligiendo que ella suspenda su vida hasta que yo tenga ordenada la mía (pero supongo que ella también se elegirá a sí misma por encima del nosotros, así que creo que no hay problema).  Al final diré que siempre la elegí a ella, porque no fui capaz de verla entonces y no seré capaz de ver jamás lo que mis elecciones implicaron para ella.

En un miércoles

Recorrí valles polifónicos, desiertos misándricos, caminos crisálidos, cascadas barbáricas, acantilados fársicos, cordilleras bufónicas, cuevas histéricas, arrozales eróticos.

Puerta

 No son las mismas manos. Nunca son los mismos ojos. No creo ni siquiera que mi voz suene igual.  El 4 de diciembre de 2017 entró a mi casa, después de que le abrí la puerta, cuando yo llevaba un año de tener un hijo sano, después de seis de tener un retoño siempre a punto de marchitarse. Entró a mi casa cuando yo todavía lidiaba con mi propia enfermedad. Entró a mi casa cuando yo todavía estaba tratando de descifrar cómo poder transformar la vida para acompañar a mi madre en su enfermedad.  Él entró, decidió sobre mi cuerpo, sobre mi paz, sobre mis sueños, me hizo odiar mi cama, el techo de mi cuarto, de esta casa que es mía, que no tengo pensado abandonar, de esta casa que yo construí con mis manos y mi corazón enfermos pero determinados a vivir. No tuve tiempo de llorar, de hacer duelo. No tuve tiempo de lamer las heridas, no tuve tiempo de sentir otra cosa que no fuera asco. Diciembre de 2017 fue el mes en el que me bañé más de tres veces al día, porque no conseguía borrar el rastr

Hoy soy

Otra vez aquí... Hoy soy la mujer que cría mariposas como una forma de amar al mundo. Hoy soy la madre de un hombre porque creo que hay esperanza. Hoy soy la educadora popular, porque sin posibles me es imposible respirar. Hoy soy la amiga que está dispuesta a decir "te quiero" aunque ya se sepa. Hoy soy la investigadora que no se aleja del aula porque cree en la praxis. Hoy soy la que hace unos años no podía vivir sin deshacerse de todo alimento que se llevaba a la boca y que lucha todos los días por mantenerse en pie a pesar de la enfermedad y a pesar de las miradas. Hoy soy quien está convencida de que entre la caña se esconde la vida, una muy dolorosa y casi invisible, pero que es necesario ir a buscar. Hoy soy quien va a derrumbarlo todo para construirlo otra vez piedra por piedra. Hoy soy la que lanza esta botella al Mar (sin maresía)... a ver qué eco encuentra.
Morir por no sentir la muerte