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Mostrando las entradas de diciembre, 2007

Matrimonio

Matrimonio es una palabra que no suprimí de mi vocabulario, pero que envié a la lista del léxico vilipendiado. Me gusta el vestido de novia sí, pero creo que no lo usaría, pues es un hecho consumado que una debe lucir un indiscutible tallo de "varita de nardo" para no parecer más bien una de esas novias gordas y felices a las que nadie les envidia nada.... ¿y si no es para levantar las más terribles y crapulentas envidias para qué se avienta una el show? ¿no?, de cualquier modo, en cuanto los invitados aborden sus vehículos, emepezarán a hablar de la novia en particular y con más saña que la que le dedicarán a las flores, la música, la cena o el novio, así que definitivamente es mejor que esa saña sea producto de una envidia entripada y corrosiva a que sólo consecuencia de la indiscutible verdad en las críticas que genera una novia guanga. Me gusta hasta la cursilada de bailar una canción romántica con el novio, lo malo es que yo no bailo; no me parece del todo mal el pretext

Haznos el milagrito

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Quizá es tiempo de que me case o me embarace o me vaya de viaje a Sudamérica a encontrarme con la chaira que llevo adentro o de que entre a una maestría (que eso si lo voy a hacer pero no ahorititititititita), pero no, ando en otros relajitos, más complicados en los que uno siente que tiene pero no tiene nada y está a dos pasos, pero a la vez a dos kilómetros. Sólo espero que San Sebastián me haga el milagrito y que a pesar de las flechas que la vida me ha mandado no me muera en el intento... Mándenme buena vibra pa' que me salga este proyectito.

Un año

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No había tenido ganas de verte, pero tampoco de olvidarte. Tienes razón fue hace un año que decidimos no vernos y guardar silencio. Hoy me recordaste que hace un año tenía ganas de vivir, tuve ganas de llamarte una madrugada y lo hice, escondida de mi misma en el baño de mi casa; otro día quise llorar contigo tirada en el sofá y también lo hice... Desee salir corriendo de la ciudad, de mi familia, de aquél y de mí misma para encontrarte en la puesta de un convento, pero eso no lo hice; seguí escribiendo sobre monjas que jamás salieron de su claustro, como aquél en el que estabas tú cuando llegamos cada uno a las sombras del otro. He sabido de ti sólo por las fases en tu mensajero instantáneo... Qué horrenda situación, después de que fuiste el cosquilleo en el cuello, de saber que lo que hacía no tenía sentido, pero se sentía bien. Qué difícil ver hacia atrás y respirar el incierto "pudo haber sido", para después devolver la mirada al "esto es lo que hay" y sentir la

Necesito vacaciones de mí misma