Un año

No había tenido ganas de verte, pero tampoco de olvidarte. Tienes razón fue hace un año que decidimos no vernos y guardar silencio. Hoy me recordaste que hace un año tenía ganas de vivir, tuve ganas de llamarte una madrugada y lo hice, escondida de mi misma en el baño de mi casa; otro día quise llorar contigo tirada en el sofá y también lo hice... Desee salir corriendo de la ciudad, de mi familia, de aquél y de mí misma para encontrarte en la puesta de un convento, pero eso no lo hice; seguí escribiendo sobre monjas que jamás salieron de su claustro, como aquél en el que estabas tú cuando llegamos cada uno a las sombras del otro.
He sabido de ti sólo por las fases en tu mensajero instantáneo... Qué horrenda situación, después de que fuiste el cosquilleo en el cuello, de saber que lo que hacía no tenía sentido, pero se sentía bien.
Qué difícil ver hacia atrás y respirar el incierto "pudo haber sido", para después devolver la mirada al "esto es lo que hay" y sentir la imperiosa necesidad de contener el aliento y no dejar escapar esa duda que me mantenía sonriendo hace un año... Quizá a un año de todo aquello yo te vuelva a leer y, una noche, otra vez te conectes como entonces y recordemos el día en que no pudimos arrancarnos el miedo de la piel y la memoria; puede ser que entonces nos digamos un "hola" como corriente helada que anuncia que se ha vuelto a abrir la puerta que encierra el año que pasó y que pareciera, al menos para mí, haber sido sólo de humo.

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