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Mostrando las entradas de mayo, 2009

CAMPEONES

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¿Que cómo le entregué mi vida al futbol?

Cuando era una introvertida y brillante niñita prefería jugar con mis Barbies antes que voltear a ver la tele en verde los fines de semana; mucho menos menos me imaginaba salir al pastito a mancharme mis rodillitas de verde y a dejarme dedos de sudor y mugre en la cara tras unos minutos de perseguir un balón. Eso no era lo mío, tampoco lo de mi hermana. Mi papá, uno de esos señores de antaño que reconocía y a la fecha no olvida el valor histórico del Necaxa, parecía sintonizar los partidos en el televisor únicamente para arrullarse en esos fines de semana idénticos uno al otro, en donde dormir es más un impertivo que un placer, tras las mortíferas cinco jornadas de trabajo que ponen la comida sobre una mesa de clase media en este país. Mi progenitor jamás conseguía ver un partido completo, quizá por el cansancio, quizá por el juego nunca tan brillante del Necaxa, institución que a pesar de gozar de gloria y fama en la década de mi infancia, siempre arrastró la pesada sombra de las crít

De honor

Apuesta aceptada

extraña sensación

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Y si me ganan las ganas de no terminar lo que tengo que entregar el miércoles le dedico un post al Necaxa, porque deveras deveritas lo merece... sólo si estoy muy ociosa. P.D. Sumamente importante, NO SOY JALISqUILLA, ni cerca de serlo, MUY CHILANGUSISISISISISMA... Y mis ojazos son 100% herencia de otros rumbos, más costeños y sureños... y otra: al próximo que me vuelva a calificar como "belleza sinaloense" le escupo un ojo. Nada en contra de Jalisco ni Sianloa, pero era menester hacer las dos aclaraciones.

Sencillo

Cuando en mi querida ciudad natal uno acude a una fuente de sodas y pide "uno sencillo" lo que espera obtener es un helado, o raspado, según sea el caso de un tamaño determinado y espera que el vendedor le haga la obligada pregunta: "¿de qué sabor?", sobre todo si frente a uno se encuentra un letrero que ofrece al consumidor las ocho tentadoras posibilidades de gustosas frutas que uno tiene oportunidad de degustar. De visita en conocida ciudad de occidente mi hermana y yo padecíamos la impiedad el castigante látigo del calor que azota a la región por estas fechas, por lo que nuestra amable anfitriona nos acercó hasta una fuente de sodas de la plaza en la que nos encontrábamos y nos invitó a probar los "granizados", sugerencia que aceptamos con gusto. Pedimos a la vendedora que nos sirviera tres granizados sencillos y ésta se apresuró a buscar los vasos para tal diligencia. Mi hermana y yo decidíamos el sabor de nuestra respectiva bebida de entre aquellos q