Cuando el destino se hace presente

En lo personal no soy una gran fan de la idea del destino, me parece tontita y hasta medio aburrida y grosera, o sea pensar que hay ya una línea trazada para que yo la ande, no es lo mío.
Pero hay veces en que uno se avienta horas de ir y venir entre el sí y el no, vueltas y vueltas a la madeja de estambre , como si en el otro cabo estuviera la respuesta poderosa y contundente de lo que uno debe hacer. en medio de la falta de una postura al respecto, esas veces, uno le pregunta al gato y del maullido interpreta el 'sí' o el 'no' que quiere escuchar y ahí vas escribes y pules ese mail, un mail respuesta que te haga parecer interesante pero no snob, un mail que diga "mira qué bien se poner el puntoycoma", una carta elegante que deje ver que pensaste en él en estos diez años, pero que no es como que lo extrañaras.
Acabas tu mail, te sientes orgullosa de las imágenes tan acabadas que construiste para decir "y por eso es que no quise saber nada de ti"; listo, nunca has escrito algo que te haga sentir tan bien contigo mismo y con tus capacidades lingüísticas... enviar... error... y no se salvó ni el saludo... No lo vas a redactar otra vez, ¡¡imposible!! no habría forma de recuperar la lírica tan digna de aquellos poetas de bar que piden "eutanasia para el corazón", no, en definitiva no hay cómo le vayas a deidicar otra media hora de tu vida a un ex novio que ya ni te prende, nomás por lucirte.
En esas veces sólo queda pensar: "ya estaba de Dios" o para los más paganos: "era el destino"...

Ah pero ahora sí, a este post le voy a dar un ctrl+c antes del clic en 'publicar entrada' por si acaso ese "destino" la trae conmigo hoy.