Demasiadas voces en mi cabeza
De mí nadie cuida, si yo me enfermo, yo me curo; si tengo habre, me hago de comer; si me mojé en la lluvia, yo solita me meto en la secadora. Igual que lo que siempre le digo a las señoras de antaño cuando hablan de sus maridos borrachos "tú escogiste esta vida". Yo escogí una vida de total y absoluta rectitud, no hacer nada ilegal, no tomar entre semana, no pedir favores abusivos, tener un pizarrón con todos mis deberes, trabajar para comer y no esperar que la comida esté en la casa sólo por mi linda cara. Pero hay unos días tan de la chingada, días en los que la enfermedad se hace evidente y no hay forma de poner carita triste pa que el de junto te cuide, porque entiendes que el de junto también tiene sus problemas; días en los que haces cuentas y cuentas y cuentas y no te explicas cómo le vas a hacer para que te sobre dinero y poderte dar el gusto que querías, porque si no lo haces tú, nadie más lo va a hacer por ti; hay días en que la sonrisa del ejecutivo de cuenta en Ba