Gracias, no

Me enamoré de ti por una foto en la que te parecías a alguien más, a una espalda por la que yo lloraba. Miraba tu foto, al no tener nada de él, te reocrría con el dedo, te besaba, y pensaba en él. Deletreaba su nombre y lo escribía sobre el tuyo, no embonaba , pero era igual. Ponía tu figura, idéntica a la que mi memoria guardaba de él, en los recuerdos en los que se había ido destiñendo.
Te llamaba y tu voz no era como la de él; dejé de marcar tu número y me dediqué únicamente a mirar tu foto, leer tus mails, perseguirte en la red, platicar contigo noches y días, esperando que la emoción con la que escribías un día realmente fuera la de él. Llené sus silencios con tus letras.
Te dejaba llamarme "muñequita" y "mi diva", sabiendo que su pose de genio, nunca le hubiera permitido emplear tales apelativos, lo transporté a su acento septentrional y me conformé con saber que era lo más que podría obtener de él.
Con las noches y sus soledades acumuladas y el cansancio y la espera, me he acostumbrado a que él no esté aquí, pero cada vez que me invitas a un café, aún tengo que decirte: gracias, no.

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