Retepuente-retemudada
Para las niñas de secundaria el puente empezó desde más temprano, desde el martes guardaron los cuadernos y no regresarán sino hasta mañana, martes también, pero una semana más tarde... de cualquier modo no iba a cambiar mucho un día más de clases. No para ellas.
Para mí fue agotador en todos los sentidos, la mudanza te lleva necesariamente a la reflexión, a encontrarte con tus recuerdos y con tu basura, la que guardas en cajas y amontonas hasta el fondo del cuarto y la que guardas en ti; te obliga a tomar desiciones, a deshacerte de cartas de exnovios, a aferrarte a fotos y envolturas de chocolates de aquella mejor amiga, que al principio ni pintaba para serlo. La mudanza te regala versos en una servilleta, el dibujo en el que ya no te reconoces y con el cual intentaba enamorarte el físico-artista, pero también te enfrenta a la persona con la que te mudas para quien lo que a ti te resulta fundamental, puede resultar terriblemente absurdo e innecesario. ¿qué tal la parte de la ropa?, ver quién fuiste y cómo dejaste de serlo, pero no por eso ser capaz de deshacerte de esa otra persona que ya no eres tú.
Esta mudanza en particular me enfrenta también a mi intolerancia y a mis prejuicios, pues cada vez que conocemos a un nuevo vecino, mi primer comentario es "se veía muy panista, ¿no?... ese es el problema de haberme cambiado a la Benito Juarez, en donde todos parecen una amenaza, bendito Dios que al menos me encuentro en una de las colonias más populares de dicha delegación; la gente del colegio no deja de poner carita de fuchi mal disimulada cuando digo cuáles son mis rumbos ahora.
No queremos poner cortinas, la ventana de la sala ofrece una vista maravillosa. Nunca viví más allá del primer piso, y esto de estar en el cuarto ahora es una revelación para mí. Afuera de mi balcón hay una ciudad hermosa y colapsada como ésta, con sus tinacos y la suciedad que sus habitantes guardan en los techos, todo en una radiografía tan certera de este lugar que amo que uno no se puede resistir a mirarla por horas: al amanecer, cuando el cielo contrasta con una hermosura que sólo los altísimos niveles de ozono podrían patrocinar; a las tres de la tarde cuando más tremenda luce la imagen bajo todo el sol que nada deja oculto; o bien entrada la noche, cuando desaparece la iglesia de Tlalpan y aparecen puntas de antenas y espectaculáres que antes fueron imperceptibles. Al pie de mi vista hay un seminario con un jardín muy lindo y el cual contien vecinos sumamente contemplativos y por ende silenciosos.
Parece que aquí se vive bien... ya veremos con los días... fue una joda la mudanza, pero a dos días de aquella pesadilla, ya disfruto grandemente mi estancia aquí.
Mañana... tatatán... mi examen de ingreso a la maestría... tengo un mantra "esto es algo que quiero, no que necesito, si no pasa, tampoco pasa nada".
Para mí fue agotador en todos los sentidos, la mudanza te lleva necesariamente a la reflexión, a encontrarte con tus recuerdos y con tu basura, la que guardas en cajas y amontonas hasta el fondo del cuarto y la que guardas en ti; te obliga a tomar desiciones, a deshacerte de cartas de exnovios, a aferrarte a fotos y envolturas de chocolates de aquella mejor amiga, que al principio ni pintaba para serlo. La mudanza te regala versos en una servilleta, el dibujo en el que ya no te reconoces y con el cual intentaba enamorarte el físico-artista, pero también te enfrenta a la persona con la que te mudas para quien lo que a ti te resulta fundamental, puede resultar terriblemente absurdo e innecesario. ¿qué tal la parte de la ropa?, ver quién fuiste y cómo dejaste de serlo, pero no por eso ser capaz de deshacerte de esa otra persona que ya no eres tú.
Esta mudanza en particular me enfrenta también a mi intolerancia y a mis prejuicios, pues cada vez que conocemos a un nuevo vecino, mi primer comentario es "se veía muy panista, ¿no?... ese es el problema de haberme cambiado a la Benito Juarez, en donde todos parecen una amenaza, bendito Dios que al menos me encuentro en una de las colonias más populares de dicha delegación; la gente del colegio no deja de poner carita de fuchi mal disimulada cuando digo cuáles son mis rumbos ahora.
No queremos poner cortinas, la ventana de la sala ofrece una vista maravillosa. Nunca viví más allá del primer piso, y esto de estar en el cuarto ahora es una revelación para mí. Afuera de mi balcón hay una ciudad hermosa y colapsada como ésta, con sus tinacos y la suciedad que sus habitantes guardan en los techos, todo en una radiografía tan certera de este lugar que amo que uno no se puede resistir a mirarla por horas: al amanecer, cuando el cielo contrasta con una hermosura que sólo los altísimos niveles de ozono podrían patrocinar; a las tres de la tarde cuando más tremenda luce la imagen bajo todo el sol que nada deja oculto; o bien entrada la noche, cuando desaparece la iglesia de Tlalpan y aparecen puntas de antenas y espectaculáres que antes fueron imperceptibles. Al pie de mi vista hay un seminario con un jardín muy lindo y el cual contien vecinos sumamente contemplativos y por ende silenciosos.
Parece que aquí se vive bien... ya veremos con los días... fue una joda la mudanza, pero a dos días de aquella pesadilla, ya disfruto grandemente mi estancia aquí.
Mañana... tatatán... mi examen de ingreso a la maestría... tengo un mantra "esto es algo que quiero, no que necesito, si no pasa, tampoco pasa nada".
jajaja mira a tus panistas vecinos con la cara de fuchi con la que solías mirar a cierta niña de preparatoria que tú dices que alguna vez te dijo con odio: "Hipócrita"
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