Venía yo a este mundo a ser hermosa... en el camino hacia acá se me cayeron los atribuots. Venía también a escribir las palabras que no se habían imaginado jamás, perdí la tinta del ingenio antes de encontrar el papel de la emoción. Venía, pues, a ser la voz misma de Euterpe, padezco una afonía ensordecedora. Estaba en mi vida escrito que venía aquí a dejar huellas profundas e indelebles, y son mis pasos tan leves que nadie recuerda que he pasado. Venía finalmente a cantar amores a los marineros... resulta hoy que soy sirena, sí, pero de ambulancia que vaticina desastre y dolor sin siquiera dar un berve paseo por el embeleso. Es menester ahora replantear no a qué venía sino a qué vengo. No ser hermosa, ser linda, no escribir lo que no se imaginó, sino imaginar lo que hay que escribir, olvidarme de Euterpe y consagrarme a Melpómene, aprovechar lo invisible de mis huellas en la arena para desgarrar los corazones, olvidarme de las olas y ser sirena en la alberca (como dice mi papá). Y se ...
Confirmado: el tiempo verbal más doloroso es el pretérito del subjuntivo.
ResponderBorrarSi el pasado ya no es, y el futuro todavía no existe, este tiempo verbal junta dos imposibilidades en una sola palabra. Qué triste...
Pero el modo subjuntivo nada tiene que ver con el futuro, de hecho, en español, a diferencia del portugués, por ejemplo, no existe el subjuntivo futuro. Así que no hay razón para decir que éste modo conjunte tiepos opuestos como pasado y futuro. Lo único que hace es expresar posibilidades (entre otras cosas).
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