Mar en "situación de ciudad"
Simpática situación esa de permanecer en la ciudad durante Semana Santa, yo tenía entendido que ésta era un desierto, que aquél que decidía auténticamente guardar los días que la Santa Iglesia manda, en su casa y no reducir tan espiritual periodo a un puentesote vacacional, corría el riesgo de experimentar la más profunda soledad —lo cual no le vendría nada mal a su momento de contemplación— al encontrar las calles desoladas; pues nada de esto es cierto, la verdad es que yo hasta tráfico me topé en los días santos, claro, no el tráfico de miércoles a las 3:00pm en Patriotismo o San Jerónimo, pero de que hubo gente en la ciudad no me queda la menor duda.
A riesgo de parecer intolerante, relataré la siguiente experiencia:
Hace como cuatro años, me encontré en el mismo escenario, pero con distinta compañía: Semana Santa en la Ciudad de México, con mi novio de ese entonces y su provinciano primo. Como buenos chilangos que somos, decidimos llevarlo al zócalo aprovechando la inusual carencia de tumultos en el centro de nuestra ciudad. Lo primero que llamó nuestra atención fue la abundancia de “niños en situación de calle” (¿no es el término más imbécil del mundo?) que ostentaba el primer cuadro del distrito federal, el comentario obligado de parte de alguno de los tres fue “como que en Semana Santa abren las coladeras, ¿no?”. Lo segundo, lo tercero y lo demás que seguiría manteniéndonos alerta y llenando los espacios en blanco de nuestro recorrido serían más niños de la calle.
Primero un gordo desagradabilísimo como de 16 años, sucio, con olor a orines, expresión de muchísimo dolor físico y que respiraba como si quisiera acabarse el aire del mundo. Se revolcaba sobre una mesa de Mc Donalds llenándose la cara de catsup con un sobrecito que de tanto morder había hecho explotar. Nos contó que él era de Acapulco y que se había venido al DF “siguiendo a una morra que me mandó a la verga”, y que por culpa de la pérfida se tenía que meter heroína. Lo único que pudimos pensar fue “Pss ¿Qué no la heroína es muy cara?”.
Nuestro segundo personaje fue Brandon Fosforito —así se presentó—, un niño como de 11 años, que de no haber sido por su estado notablemente alterado, hasta hubiéramos llegado a pensar que se encontraba “en situación de casa”. Si fuera yo norteña diría que tan enervado personaje fue “la cura”. Nos habló de cómo mantenía amenos coloquios con el Señor —y no precisamente el de la renta—, así es con el mismísimo Todopoderoso, y cómo éste le había ordenado salir de su casa, porque su madre era una mala mujer; de igual modo el Altísimo le dictaba los actos que debía entender como puros e impuros y lo facultaba para fungir como su mano derecha en la tierra, castigando a los impíos, esto es, por mandato divino le soltaba sus chingadazos a los “chamaquitos viciosos que se la pasan moneando todo el día” (textual).
….
Cuatro años más tarde y en mi misma “situación de ciudad” me decido a no visitar el centro sino otros puntos en donde pudiera encontrar distintas manifestaciones del espíritu Semanasántico y esto es lo que encontré:
Caminando por Chapultepec —paseo del cual Ursus hablará con mayor detalle— me topé con algo increíble y maravilloso, confirmé lo que hace cuatro años empecé a sospechar: Dios sigue en el mood de estar más cerca de los marginados: así como se echaba sus platicaditas con el Brandon Fosforito, ahora recibía alabanzas de otro grupo “minoritario” ¿qué pensarían ustedes si vieran esta manta?:
¡Pero por supuesto! Nos remite inevitablemente a la tan socorrida y siempre bien ponderada porra de “Fulanito para reina gay”. Yo dije “Cristo Reyna, oritita voy a topar a todititos mis amiguitos gueyecitos”, pero no, tristemente no... resultó ser un desfile-procesión-o whatever de testigos de Jehová… Nomás voy a decir que estuvo bien chabacano, pero no voy a entrar en detalles porque yo respeto a todas las sectas (considerando que el catolicismo estrictamente hablando también es una secta, “pero es la buena, mano” ). Sólo quiero apuntar que para que mi desilusión no fuese tan grande y mi teoría de que Dios se le manifiesta a los marginados en Semana Santa, me dije a mí misma “de todas formas los naquitos también cuentan como grupo marginal”; y no lo digo porque el ser Testigo implique tan poco fina condición, sino porque honestamente la concurrencia era bastante falta de glamour.
En fin, quiero cerrar tan extenso post con otra bella imagen de mi muy afortunado encuentro con los testigos, yo le llamo, “las mañanitas a Cristo en su aniversario luctuoso con todo y mariachi, montado en un trailer ¡cómo no!”
A riesgo de parecer intolerante, relataré la siguiente experiencia:
Hace como cuatro años, me encontré en el mismo escenario, pero con distinta compañía: Semana Santa en la Ciudad de México, con mi novio de ese entonces y su provinciano primo. Como buenos chilangos que somos, decidimos llevarlo al zócalo aprovechando la inusual carencia de tumultos en el centro de nuestra ciudad. Lo primero que llamó nuestra atención fue la abundancia de “niños en situación de calle” (¿no es el término más imbécil del mundo?) que ostentaba el primer cuadro del distrito federal, el comentario obligado de parte de alguno de los tres fue “como que en Semana Santa abren las coladeras, ¿no?”. Lo segundo, lo tercero y lo demás que seguiría manteniéndonos alerta y llenando los espacios en blanco de nuestro recorrido serían más niños de la calle.
Primero un gordo desagradabilísimo como de 16 años, sucio, con olor a orines, expresión de muchísimo dolor físico y que respiraba como si quisiera acabarse el aire del mundo. Se revolcaba sobre una mesa de Mc Donalds llenándose la cara de catsup con un sobrecito que de tanto morder había hecho explotar. Nos contó que él era de Acapulco y que se había venido al DF “siguiendo a una morra que me mandó a la verga”, y que por culpa de la pérfida se tenía que meter heroína. Lo único que pudimos pensar fue “Pss ¿Qué no la heroína es muy cara?”.
Nuestro segundo personaje fue Brandon Fosforito —así se presentó—, un niño como de 11 años, que de no haber sido por su estado notablemente alterado, hasta hubiéramos llegado a pensar que se encontraba “en situación de casa”. Si fuera yo norteña diría que tan enervado personaje fue “la cura”. Nos habló de cómo mantenía amenos coloquios con el Señor —y no precisamente el de la renta—, así es con el mismísimo Todopoderoso, y cómo éste le había ordenado salir de su casa, porque su madre era una mala mujer; de igual modo el Altísimo le dictaba los actos que debía entender como puros e impuros y lo facultaba para fungir como su mano derecha en la tierra, castigando a los impíos, esto es, por mandato divino le soltaba sus chingadazos a los “chamaquitos viciosos que se la pasan moneando todo el día” (textual).
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Cuatro años más tarde y en mi misma “situación de ciudad” me decido a no visitar el centro sino otros puntos en donde pudiera encontrar distintas manifestaciones del espíritu Semanasántico y esto es lo que encontré:
Caminando por Chapultepec —paseo del cual Ursus hablará con mayor detalle— me topé con algo increíble y maravilloso, confirmé lo que hace cuatro años empecé a sospechar: Dios sigue en el mood de estar más cerca de los marginados: así como se echaba sus platicaditas con el Brandon Fosforito, ahora recibía alabanzas de otro grupo “minoritario” ¿qué pensarían ustedes si vieran esta manta?:
¡Pero por supuesto! Nos remite inevitablemente a la tan socorrida y siempre bien ponderada porra de “Fulanito para reina gay”. Yo dije “Cristo Reyna, oritita voy a topar a todititos mis amiguitos gueyecitos”, pero no, tristemente no... resultó ser un desfile-procesión-o whatever de testigos de Jehová… Nomás voy a decir que estuvo bien chabacano, pero no voy a entrar en detalles porque yo respeto a todas las sectas (considerando que el catolicismo estrictamente hablando también es una secta, “pero es la buena, mano” ). Sólo quiero apuntar que para que mi desilusión no fuese tan grande y mi teoría de que Dios se le manifiesta a los marginados en Semana Santa, me dije a mí misma “de todas formas los naquitos también cuentan como grupo marginal”; y no lo digo porque el ser Testigo implique tan poco fina condición, sino porque honestamente la concurrencia era bastante falta de glamour.
En fin, quiero cerrar tan extenso post con otra bella imagen de mi muy afortunado encuentro con los testigos, yo le llamo, “las mañanitas a Cristo en su aniversario luctuoso con todo y mariachi, montado en un trailer ¡cómo no!”
zas
ResponderBorrarquiero conocer a brandon fosforito!!!!
ResponderBorrarte acuerdas que en una semana santa queríamos ir a iztapalacra, quesque a "vivir la pasión de cristo", que bueno que no lo hicimos, cero fashion...
tururu! ps mi jefa no me dejó ir a ningún lado quesque porque era viernes santo y sabado de gloria! yo tampoco ví nada vacía la ciuda y yo vi la pasión de cristo pero en la tele, si si la del Mel. Mi jefa y su adoración al santísimO.
ResponderBorrarUn AbRazoOOOooOoOoOOOooOoooOOO.
Acabo de hacerme fan de las "Águilas de Jesús". Oye, tú que lo escuchaste ¿qué tal sonaba el mariachi? estoy buscando uno para la boda de mi hermana
ResponderBorrarNo manches, estuvo retebonito. Te hubieras subido al turibus para darle más color folclórico... a lo mejor hasta nos hubiésemos topado. Aunque me conformo con que le pusieran color al Burger King...
ResponderBorrarHacía mucho que no pasaban cosas tan locas en la ciudad.
Te mando un beso, y a Leoncio Pilatos un abrazo...
Super color scheme, I like it! Keep up the good work. Thanks for sharing this wonderful site with us.
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Interesting website with a lot of resources and detailed explanations.
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