Misión 1: recuperación del templo y del rito

Domingo: poniéndome esotérica, algo me dice que algo estoy haciendo bien. Hay un volcán detrás del estadio y es un volcán que me pertenece, es el mismo volcán que suele verse desde mi torre...
El primer día que llegamos a la torre notamos los volcanes acosándonos detrás del balcón, pero sólo a mí me entusiasmaron, al grado de levantarme más temprano para poder verlos todos los días al amanecer, el único momento en el que no importando el nivel de contaminación, los volcanes son visibles.
Cuando estuve en la hemeroteca leyendo periódicos del XIX apareció un artículo sobre la identidad chilanga (no verbalizada de ese modo) y los volcanes que reciben a quien regresa a la patria chica. Fue ahí cuando los volcanes se volvieron un tatuaje en mi mente.
En diciembre, mientras estuvimos en lo que yo creía ser el paraíso, noté que los volcanes me segían sobre el horizonte a donde quiera que fuera.
Inicia el torneo, uno de los volcanes se acercó al estadio, algo estoy haciendo bien al haber decidido recuperar en definitiva el estadio, que justo LA volcán, sola y sin EL volcán se acerca al estadio y me deja entender con más claridad las cosas.

Comentarios

  1. Anónimo6:46 a.m.

    Vaya, tiempo, mucho tiempo ha pasado!!! Hoy te recordé, recordé que tienes unos ojotes, je, porque donde ando la gente tiene los ojos pequeñitos, pequeñitos!!

    Un abrazo, un beso y una alboratada de pelo!!

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  2. Yo también te he estado recordando estos días. Un abrazo

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